viernes 12 de junio de 2009
Sanatorio abandonado Fernand-Bezançon
Resulta curioso el aspecto que tienen algunos abandonos y sus alrededores. La primera impresión que nos dio esta construcción era la de una especie de museo. Muros altos de piedra, una enorme puerta metálica abierta, muchos carteles de información turística. Dentro, un parking lleno de coches y más carteles indicadores.
Al fondo, asomándose entre la niebla, el enorme chateau (castillo) Franconville de tres plantas de altura. Ventanas cerradas y en buen estado. Escudos, blasones y adornos con aspecto antiguo, pero bien conservado para tratarse de una edificación erigida alrededor del año 1880.
Curiosamente, nuestro hospital abandonado se encotraba justo detrás del castillo. De hecho, originalmente el hospital formaba parte del castillo. Este fue comprado por el Departamento del Sena en 1924 y se le añadió todo el ala que visitamos y que se terminó de construir en 1929. El hospital sirvió como preventorio para combatir al tuberculosis hasta 1992, en que se abandonó para ser sustituido por instalaciones más modernas. Alrededor de 2006 se efectuaron obras para separar físicamente el ala hospitalaria del Castillo, a fin de preservar este último debido a su interés histórico y arquitectónico. Al mirar con detenimiento el castillo vimos que las ventanas en buen estado eran sólo una ilusión. Todas habían sido sustituidas por tablas pintadas simulando ser vidrios en buen estado. Desde luego el efecto era eficaz, ya que no nos percatamos del engaño hasta bastante tiempo después.
Tras dejar el coche en la parte trasera del edificio, oculto a los ojos de los curiosos, entramos al edificio por los sótanos. Un par de talleres con mesas de trabajo, muchas tuercas y tornillos oxidados y un largo pasillo lleno de tuberías nos dieron su callada bienvenida. Casi al final empezamos a encontrar alguna maquinaria curiosa, como los restos de los motores, poleas y demás aparataje eléctrico de un ascensor, parcialmente sumergidos en el agua.
Más al fondo del pasillo llegaría la primera sorpresa del día. Lo que en su tiempo fueron unos baños, con sus cabinas de ducha aún reconocibles, habían sido convertidos en un enorme almacén de documentación médica. Todas las paredes estaban cubiertas con estanterías que contenían millares de fichas médicas, con sus correspondientes radiografías, encuadernadas en carpetas de color amarillo anaranjado. Al fondo se encontraban los archivos más antiguos, datados alrededor de 1930. En algunos lugares los expedientes se amontonaban sin demasiado orden.
Cerca estaba uno de los accesos principales al edificio. Originariamente las escaleras se encontraban en dos pequeñas torres algo más altas que el resto del edificio, cerca de los extremos de la construcción. Hoy sólo esta está abierta al exterior ya que la otra se tapió cuando se hicieron las obras de aislamiento del edificio y el castillo. En primer plano un detalle de los fajos de expedientes médicos. Al fondo la puerta al largo pasillo de los sótanos.
Las escaleras subían hasta tres pisos por encima. Curiosamente encontramos gran cantidad de puertas quitadas y amontonadas en distintos sitios. En la toma se aprecia que la niebla exterior era persistente. A pesar de que no nos llovió mientras estuvimos allí, el sonido de las goteras en distintos lugares del edificio nos acompañó casi todo el tiempo, y algún remojón inesperado también en algunas zonas con el techo especialmente en mal estado.
Las dos últimas plantas eran prácticamente idénticas entre si: largos pasillos con habitaciones para enfermos a un lado. La planta baja era similar, aunque esta sí tenía algunas habitaciones al otro lado del pasillo. La más significativa tal vez fuera la de rayos X. La maquinaría de control aún sigue allí, aunque tanto la mesa como el proyector habían desaparecido, dejando sólo algunos cables, anclajes y trozos de metal retorcido.
Unas escaleras cercanas llevaban a la habitación de revelado. Allí aún quedaban varios baños para el revelado de radiografías, además de algunas placas y otros trastos. La sala conectaba con la de radiografías con un pequeño montacargas para ir revelando las placas. No sé porqué, pero a pesar de todos los trastos que había por allí no conseguí visualizar ninguna imagen que me gustara de aquel sitio, así que al final me fui sin foto.
Otra habitación que me llamó la atención fue una pequeña sala sin mueble alguno y de uso difícil de suponer, tal vez una sala de espera o descanso. Llamaba la atención por el enorme ventanal semicircular, hoy roto, que dejaba ver el bosque entre la bruma.
El pasillo continuaba a todo lo largo del edificio. Alguien había utilizado un carro para andar llevando hasta aquí un buen montón de expedientes y radiografías. De hecho, parte del suelo del pasillo aparecía alfombrado de ellas.
En otra habitación contigua, en lo que debieron ser unos baños por una solitaria cisterna que aún quedaba, alguien, probablemente el mismo que utilizó el carro, había cubierto las paredes de la habitación con radiografías. El efecto de ellas, combinadas con las ventanas rotas y la maleza pugnando por entrar en la habitación daban un aspecto curioso al lugar.
El pasillo terminaba en una puerta tapiada por bobedillas. En el piso inferior el muro estaba intacto, pero en el superior comprobamos que tras el muro había una escalera, aunque el tamaño del agujero no daba para mucho más que mirar. Por suerte, en la planta superior el agujero era lo suficientemente grande para pasar. Comprobamos que la escalera era similar a la primera que vimos, aunque en este caso, más allá se encontraban más puertas tapiadas. En estas no había agujero, ya que deban directamente a la calle al haberse eliminado la conexión con el chateau.
Sin embargo, los sótanos sí tenían alguna cosa interesante, como estos viejos depósitos de agua caliente, además, de varias mesas de taller con gran cantidada de tuercas viejas y oxidadas. Por desgracia los talleres eran bastante pequeños y sin luz, por lo que era difícil hacer fotos decentes.
Curiosamente, el acceso al chateau bajo tierra seguía intacto, aunque acababa en un doble muro de bobedilla. Alguien había hecho un agujero sólo para comprobar que tras el primero había sólo una pequeña cámara de aire y otro muro igual.
En la parte superior de ambas escaleras había una pequeña escalera de madera que daba a una especia de buhardilla pequeña con un balcón. En una de ellas encontramos restos de comida y algunas botellas.
El pequeño edificio aledaño al principal apenas contaba con un par salas de tamaño mediano sin mayor interés, aunque uno de los accesos tenía esta habitación pintada de azul. Curiosamente no me di cuenta del color de las paredes hasta que estuve de vuelta en casa, a la hora de procesar la fotografía.
El sitio al final no es demasiado grande y se ve en unas pocas horas. Destrozos hay bastantes, y en algunos lados el estado del tejado resultaba un tanto inquietante, pero en cualquier caso los detalles y el juego fotográfico que da el sitio lo compensan con creces. Lo más triste fue comprobar que no habí amanera de acceder al Chateu actualmente, al menos sin organizar destrozos considerables. Las fotografías de la morgue a través de una ventana rota con el flash integrado no llegan a ser ni la sombra de lo que hubieran sido desde dentro.
Fuente: http://abandonalia.blogspot.com/
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